jueves, 22 de octubre de 2009

GOYA


Leí la biografía de Goya hace aproximadamente un año.  Tengo que admitir que como aficionada al arte, logré comprender parte de su genio, de su carácter, de su sensibilidad que lo llevó a cimas profundas e inexploradas.  Sé que detrás de un genio, inexorablemente se encuentra un alma atormentada; que lograr una armonía entre los ángeles y demonios que lo acechaban, fue parte de su lucha diaria.

Fue todo un personaje, no sólo por su talento, sino por su carácter tosco, crudo y fuerte.  Nació en la pobreza; en una familia donde la educación era muy limitada.  Su fuerte temperamento, así como su carácter lleno de contradicciones y su enorme pasión por la vida y el arte, le permitieron desplegar en su pintura todo la enorme gama de sentimientos humanos que deja retratado no sólo en cuadros de gran alegría y colorido,sino en lienzos que plasman su propio dolor y el dolor entero de la humanidad.

Como hombre de grandes pasiones, también vivió amores que lo llevaron a la cúspide del éxtasis y al caótico mundo de celos e incertidumbre.  Se dice que un amor que lo consumió y atormentó fue el que tuvo con Cayetana, mujer voluble, coqueta, infiel y para su tiempo, con costumbres muy liberales.

Tuve la suerte de ver dos versiones de su vida en películas de origen español.  La visión de la primera, dirigida por Bigas Luna y caracterizada por Aitana-Sánchez Gijón, como Cayetana -la Duquesa de Alba- mujer protagonista en la vida de Goya, que logró conquistar su pasión y cuyo recuerdo viviria en él más allá de su muerte.  Penélope Cruz en la versión de Pepita Tudó, gitana, guapa, inteligente y ambiciosa, quién había sido su amante, pero a quién él abandonó por su nuevo y eterno amor, Cayetana.

La segunda película, versión de la vida de Goya, sería aun más impactante, quizá no regida literalmente por la vida que se cuenta del pintor, ya que durante toda la obra los sucesos viajan del presente al pasado con mucha velocidad.

Es una pintura psicológica de su vida, donde sus recuerdos son el centro de la versión, con las emociones que le suscitan cada acontecimiento en su vida.  Su sordera, su locura, los demonios que noche tras noche lo asedian mientras le cuenta su vida a Rosario, la única hija que tuvo de su segundo y tardío matrimonio.

Esta magistral versión de Carlos Saura, donde abunda el simbolismo; escenas desplegadas con el fin de dramatizar al máximo la vida interna del pintor, nos deja un retrato fidedigno de sus angustias, obsesiones, sus placeres, su enorme pasión y amor por la pintura, su genio creativo con todo lo que implica: poder, sufrimiento, una psique tortuosa y alterada, una sensibilidad a la belleza superior al primedio y una capacidad de despliegue de imágenes mentales que le permitieron crear elementos de la nada.  Lo más significativo del arte de Goya es que logró dejar plasmada su alma en cada lienzo.  Fué célebre por sus retratos, no sólo por la  puntualidad  que adquirían los rasgos, sino por dejar impresa la identidad exacta del personje, liberándolo de máscaras.  Cualidad que a unos asustaba, mientras a los más osados, les divertía.

Me quedo con la firme convicción de que la vida de Goya y su contribución a la vida artística de España y la herencia que dejó a la humanidad, fue debida en gran parte a toda su habilidad para plasmar en el lienzo no sólo la vida física que lo rodeaba, sino la profunda complejidad y riqueza de su intelecto.

1 comentario:

  1. Concuerdo con su coentaio sobre Goya, fue un genio, pero el probre tiene en su trabajo su época oscura (quizá cierta locura) que es terrorífica en tema, pero genial como pintura.
    Luceta

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