sábado, 17 de octubre de 2009

DIARIO ÍNTIMO DE UN PIANISTA


Día 1

Sé que soy un viejo y no tengo ningún reparo en reconocerlo.  Nunca tuve la obsesión malsana de pretender detener la juventud.  Siempre consideré que eso es de mentes triviales y yo siempre me he distinguido por ser un hombre no sólo inteligente, sino poseedor de un buen corazón y una buena dosis de sabiduría. Sé que no muchos poeseen estos dones y más aún, me aprecio de ser un maestro en el arte del amor.  Porque hacer el amor es un arte y no como muchos pretenden, ser unos machos que nada insuflan con sus caricias.


Tuve tantas mujeres que hasta la cuenta perdí.  Se me ofrecieron durante las audiciones o en aquellas farras de cabaret que duraban hasta las madrugadas, o cuando casi la luz del amanecer entraba entre aquellos lugares viciados de trago y alcohol.  No puedo negarlo, me dieron placer, pero el tedio siempre me acompañó después de tantos breves encuentros.  Mi esposa es un producto de un resbalón que tuvimos en la cuarentena de ambos.  No me arrepiento.  Finalmente, no ha sido tan la mala la vida junto  a ella.  Pero nunca me enamoré, no como ahora...

Me he ufanado de poder controlar mi vida.  Me han tachado de cínico y han habido momentos como ahora, en que yo también me lo cuestiono.  ¿Seré un cínico?  Mi mujer suele decirme que soy un ángel y un demonio.  ¿Por qué seré tan extremista? Supongo que es por la pasión tan grande con que experimento la vida.

Tocar el piano ha sido un medio para ganarme la vida.  Nunca sabré si me equivoqué en mi escogencia y si pude haber hecho algo distinto.  No me detengo en ésto a hacerme grandes reflexiones, ya que total, gano muy bien y nunca me falta trabajo.  Es cierto, no siento mucho lo que hago.  Toco por tocar, aunque por fuera todos creen que estoy haciendo grandes interpretaciones.  Allá ellos si se lo creen, todos son unos mediocres que no saben distinguir entre un buen o mal músico.  A mí ésto se me dá con tanta facilidad...

Ella me llamó con la excusa de todas, que quería un buen pianista para que la acompañara al cantar.  ¡Bah! sería una más entre tantas, otra voz cualquiera, otra mujer sin sal, mediocre, de esas que siempre me llegan, fatigadas de hacer tanto gorgorito y con esa idea pretenciosa y vana de querer lucir sus voces.  ¡Si supieran lo mal que lo hacen! pero ese no es mi terreno, yo sólo las acompaño y lo único que quiero es tener a tiempo mi paga.

La vida me marcó el tiempo.  Si él no me hubiera hecho alusión a su cuerpo, nunca la habría visto realmente.  De verdad, ella era una más.  La primera vez llegué a su casa casi con desprecio, sabiendo que lo único que quería era trabajo.  No puedo decir que desde que la ví me gustó, sería mentirme a mí mismo, o quizá hice un intento por no verla, me conozco y sé dónde se encierra el material de lo prohibido y cómo opera mi mente.  Estoy tan acostumbrado a tenerlo todo.  Sin mover un dedo he obtenido cuanto he ansiado.  Ha sido tanto, que ya no sé si ansío algo más.  Hasta que la conocí a ella, ¡sólo a ella!

No puedo apartarla de mi mente, es tan bella, tan grácil, tan diáfana y pura.  Es tan diferente de las demás.  Su cuerpo se mueve tan suave, sus caderas redondas resaltan y su boca, una fruta fresca que me invita al beso.  ¡Como la ansío! Es fruta prohibida que incita mi más descabellado deseo.  Pasaría mi vida entera escuchándola ¡que voz, que presencia! Y su inteligencia más que aguda, es sabia.  Junto a ella, las otras son mujercitas vulgares que sólo me daban placer.  ¿Es así como se instala el amor? ¿Es amor o deseo? ¿Acaso el objeto amado se vislumbra distinto? ¿Como si fuera un ente inmortal?

Me percato de mi vejez, de mi fealdad, y de esta postura que nunca -a pesar de mis dones- quise cambiar, la de ser pianista y de vivir de una manera fácil.  Nunca tuve que hacer esfuerzos, las mujeres venían a mí; yo sólo las tomaba.  El trabajo es otra cosa.  Son duras jornadas agotadoras, donde no pongo pasión ni ilusiones. Al detenerme en las noches el cansancio me invade y luego viene la pesadilla del siguiente día, y luego del que viene, para vivir así esclavizado la vida entera.

Ahora que no la tengo, ahora me pregunto si por primera vez a mi edad de 69 años, ella podría corresponderme ¡Es tan joven y tan despampanantemente hermosa!  Y esa facilidad de palabra.  Y su espíritu que parece se esfumara entre la niebla.

Día 2

Un día más sin verla.  Me dijo que quería tres clases a la semana.  Por mi trabajo me pareció un buen trato: un buen salario.  Pero en ese momento pensé también que sería fatigoso tener que pretender tocar con pasión sus arias y más aún, el tener que escucharla.  Ahora que la amo, siento sus notas tan mías, tan suyas, tan nuestras. Tan delicadas, tan llenas de energía y pasión.  No me reconozco en ellas, pareciera que su sentimiento se adueñara de mis dedos y que estos le obedecen veloces, prestos a complacerla; como si en el teclado la sintiera a ella, la acariciara y la hiciera tan mía. En mis notas le hablo de mi amor, me compenetro con su voz y por añadidura, con su alma.  Sé que juntos flotamos -al menos, yo lo siento así- y vivimos lo que las palabras no afloran de mis labios, por miedo, sólo por el miedo de ofenderla y perderla antes de haberla poseído.  Ahora, un día sin verla se me hace infinito ¡Si tan solo ella supiera las llamadas de mi corazón! ¡Si tuviera el coraje de pedirle un pedacito de sí misma! ¡Ah! Besarla, tocarla, sentir su suave muslo apretado contra el mío, poder acariciar levemente sus anchas caderas.  Ella tan joven, yo tan gastado, pero sobre todo, muy gastado de adentro. Porque me he gastado la vida en licor, mujeres y tonterías.  Ella recién divorciada, joven, apetecible ¡que tentación! y yo un viejo que lo único que puedo ofrecerle es un ancla que la pueda sostener de los vaivenes de la vida ¡y eso sí seguro sabría dárselo!  Pero también puedo ofrecerle mi hombría.  Un hombre como yo, seguro que no encontrará.  Para cogérsela, cualquiera.  Pero un amor como el mío no sobra.  No, no quiero ni pensarlo, los celos me escuecen el alma y me tortura el pensamiento.  ¿Que soy casado? Hasta mi libertad sería suya.  Mi amor se lo ofrece todo.  Sólo espero que vea, que mire, que un hombre como yo no encuentra, que mi amor es completo y abarcante.  Que sólo tiene que decirme cuándo para postrarme a sus pies rendido por la vida, ya que ahora sé que sin ella, la vida no es vida y que todo lo que conocí, no era más que vacío y silencio... como mi alma, ajada y seca por el desamor.

Día 3

Estuve con ella.  En un momento de valor le formulé la idea de regalarle rosas, tan rojas como la pasión que en mí despierta y le dije "le quitaría las espinas para que jamás la hieran y luego, le quitaría uno a uno los pétalos para ponerlos como alfombra sobre su cuerpo".  Me pareció que sonrió con malicia.  Mi corazón resplandece a pesar del día opaco y lluvioso.

Día 4

Hoy fuí más allá.  Creo que le gusto, al menos, es lo que me reitera con sus sonrisas.  Volví al asunto de las rosas y le dije que la besaría en todos aquellos lugares donde tuviera más flacidez y que ahí me detendría.  Su sonrisa cómplice y brillante me indica que no tiene reparos en aceptarme.  Incluso, antes de la clase, me atreví a tocarle su mano, pero fuí tan sutil, que ni siquiera sé si lo notó.  Me sigo cuestionando si esto es realmente amor o el mismo capricho de siempre, de desear a la mujer prohibida, inalcanzable; una más para mi colección.  Pero una como ella, tan fina... No, siento su amor metido en el alma y no hay nada que me haga retractarme.  Tengo mucho miedo de amarla de una forma total y diferente.

Día 5

Hoy no la he visto, pero ante su respuesta acomedida, pienso en nuevas formas de llegarle al alma.  Sueño con el día en que su cuerpo y el mío se harán uno, sueño con sentir no sólo su cuerpo, sino también su alma.  En ésto soy virgen, porque a todas las he amado para mi deleite.  Estoy viejo y mi cuerpo ya poco responde, pero sólo la idea de poseerla me estremece.  ¡Ah! ¡Que placer es soñar con ella, en ella, para ella!

Día 6

Se me ocurrió una estrategia.  Le dije que quería saber un poco más de ella y le pedí me respondiera unos cuestionarios escritos.  No sé si se me fue la mano en las preguntas, pero impávido me quedé ¡Las respondió! Y más aún, ¡la amo! Sus respuestas evidencian lo que siempre supe: es apasionada, es mujer, una hembra completa.   Sabía que lo era, es fogosa, es tierna, es... ¡es tan mía!

Día 7

Ya le confesé lo que vengo arrastrando desde meses atrás: que la amo, que su amor me es indispensable para vivir, que la quiero para mí, sólo para mí, que deseo su amor, casarme con ella si es preciso, que le ofrezco todo, que soy todo suyo, que abandono a mi esposa por ella, que me mudo a su casa si quiere, o sinó, que esperemos para legalizar la unión.  Le confesé mi vida, mis antiguos amores, los falsos y aquéllos que creí eran sinceros, pero que a la vuelta de los años me dí cuenta de que no eran nada.  Lo mismo de siempre, el mismo vacío, la misma soledad, no, que ella era ahora mi mundo y que toda mi vida futura depende de su sí.  Le dije que estoy viejo y cansado, pero que junto a ella todo es superable. Podremos hacer giras, llevar nuestro arte a la gente, ella con su voz, yo con mi piano, pero juntos, siempre juntos.  Le pregunté qué piedra preciosa era su preferida, cuál perfume y todo se lo llevé, tal cual su gusto, para que sepa lo dispuesto que estoy.  Lo tomó agradecida ¡Ah sí! Ella es un ángel, y a la vez, tan mujer.

Día 8

Me he quedado de una pieza petrificado ¡Ay! se me escapó un asunto, el más importante ¡tonto de mí! Yo que siempre he sido certero y piso terreno seguro, yo, el brillante, el astuto ¿qué me pasó? ¿por qué fuí tan imbécil? Me siento ante ella como un idiota, como un arrastrado.  Le he dicho que  este amor me lo arranco, que como hombre que soy, nunca más, incluso que se busque otro pianista.  Me duele verla tan bella y haber perdido en el juego ¡Está comprometida! ¡ama a otro! Que la amo, la amo.  ¡Pero juro por Dios que este amor, me lo arranco!

4 comentarios:

  1. Muy bonito su relato, y verdadero, pues hay veces que un lleva prejuicios de alguna naturaleza y no es así como se pensaba al inicio.
    Luceta

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  2. Muy interesante el relato, quien no ha tenido la tentación de atrapar un amor prohibido y terminar dandose cuenta que el atrapado es uno?

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